Érase una vez una lengua, acabada de nacer, estamos en plena edad media. Nacida del latín, e influenciada por variantes provenientes de Francia, (Occitania). Esa joven lengua se expandió por la Corona de Aragón, buscando nuevos territorios donde vivir. Al mismo tiempo que los encontraba, se transformaba en diferentes dialectos. Llegó lejos, muy lejos de donde nació. Y allí en esos territorios vivió durante siglos, desarrollando multitud de diferentes dialectos. Con el tiempo esa lengua también se fue enriqueciendo, recibió influencias de otras lenguas que se fueron mezclando con ella. Es por esto que los occitanos se refirieron a ella como Chapurriau, palabra nada ofensiva para ellos que significa "mezcla". Todo transcurrió en perfecta armonía durante siglos y más siglos. Los diferentes dialectos iban desarrollándose, unos crecieron más que otros, pero ninguno trataba de imponerse a los demás, ni mucho menos trataba de hacerlos desaparecer, pues todos eran familia, todos eran hermanos y así se sentían. Todos los dialectos tenían ganas de vivir. Llegó la época moderna aparecieron fronteras regionales, y todo empezó a cambiar. Alguien pensó que tenía que existir una variante superior que se convirtiese en oficial, y así aparecieron versiones oficiales representativas de las diferentes regiones que formaron la Corona de Aragón. Bueno en todas menos en el actual Aragón, donde el territorio donde habita el Chapurriau es muy minoritario, relegado en su zona oriental. Así que aunque minoritario seguía teniendo muchas ganas de vivir, y al ser pocos nadie se fijó en ellos, nadie les reconoció como una lengua oficial. Así han pasado décadas y más décadas, y el Chapurriau en esta parte de Aragón ha seguido viviendo a pesar del olvido institucional, ha seguido evolucionando gracias al tesón de sus gentes, gracias a sus ganas de vivir.
GANAS DE VIVIR
Hoy que estamos en la era de la globalización, esta también ha llegado a nuestra lengua, y alguien ha tenido la brillante idea de traernos a estos territorios una versión oficial proveniente de afuera, hermana pero distinta. Nos han impuesto por ley esta versión foránea con el fin de fabricarnos a todos con su mismo molde lingüístico. Los brillantes impulsores y defensores de esa ley pretenden que esta nueva y flamante versión recién llegada acabe con el Chapurriau. Pero claro no contaban que el Chapurriau sigue teniendo muchísimas ganas de vivir, y está dispuesto a defenderse, a luchar por su territorio, por sus gentes, por su historia, aunque siempre ha sido una lengua respetuosa, pacífica, dialogante, orgullosa de pertenecer a esta gran familia lingüística, no se dejará destruir jamás por ninguna de sus poderosas hermanas. Porque el Chapurriau sigue estando vivo, y sigue teniendo muchas ganas de vivir.
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